Las siguientes preguntas son inevitables: ¿cuándo seremos capaces de encaminar la creatividad y los magros recursos públicos para reforzar una visión de país que nos haga emerger como una potencia altamente competitiva en el rubro que decidamos? ¿Cuándo se empezará a configurar la fisonomía que, a largo plazo, produzca los dividendos que necesitamos? ¿Es la clase política la que seguirá dictando el régimen de absurda gradualidad que quizá nos hace sintonizar a las mil maravillas con los grandes organismos supranacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, pero que nos tiene maniatados en una miopía insostenible?
Y entonces se antoja pertinente otra pregunta: ¿no deben ser las universidades, las generadoras de conocimiento, sabiduría y soluciones a problemáticas de todo orden, las que tomen el timón del destino nacional vía una profunda transformación de la educación, donde el presupuesto es importante, pero más vitales son las rutas de su aplicación y la adopción de calidad con base en resultados?
La vida de los egresados y su porvenir son la meta a evaluar y a partir de aquí se debe de montar todo el aparato de la medición de calidad para alcanzarla. Para ello nos podemos pintar solos y no necesitamos que nos midan con varas que no contribuyen a la finalidad de la educación y a la búsqueda de nuestro propio destino. Si no se llega al objetivo, entonces sencillamente no se está cumpliendo con la misión, y simplemente hay una fractura de expectativas. Hay que admitir lastimosamente que hay un derroche irresponsable.
La retórica es un arma abstracta que se estrella con la realidad. La calidad por ella misma no tiene ningún significado si no conlleva el compromiso de desarrollar jóvenes auténticamente transformadores, y la vida laboral y cívica es el único juez con voto válido. O se es parte del problema o nos convertimos en parte de la solución.
Falta claridad a universidades Las universidades deberían de tener mucha claridad respecto a los factores que propician una mayor demanda de profesionistas en el sector del empleo para incorporarlos a sus modelos pedagógicos y didácticos. Si sólo volviéramos a leer e interpretar a Jean Baptiste Say cuando habla de la necesaria capacidad creativa para recombinar los recursos disponibles, de tal manera que seamos capaces de lograr fenómenos de metamorfosis para llevarlos a esferas de mayor productividad.
La lógica de mercado no se puede ignorar porque es parte de la vida y nuestra circunstancia, y hay que entender que la educación debe orientarse hacia la creatividad que permite resolver problemas de todo orden, tanto individuales como de cualquier entidad, dimensión y naturaleza, o seguiremos abonando en el vacío. Esta plasticidad en la educación es lo que hace viable que el espectro laboral sea más promisorio, porque además conlleva un efecto multiplicador. Lo que ahora es, será historia en pocos años.
Por eso no hay más alternativa que flexibilizar el currículo y los modelos. La rigidez en la enseñanza es un gran lastre que debemos desaparecer. No hay que perder de vista que no hay empleo posible para nadie en ningún lugar si no es capaz de aportar valor tangible que justifique el costo de su contratación. La velocidad de conexión de las universidades requiere una participación más agresiva y comprometida con el desarrollo económico de las comunidades. Lo que tenemos actualmente no alcanza.
La contribución responsable en cuanto al crecimiento de la riqueza del país es demasiado lenta y la realidad competitiva en el plano internacional nos está rebasando. Casi habría que declarar una situación de emergencia antes de que el daño sea irreparable. Sin embargo, insisto: el potencial de empleo para los jóvenes profesionistas es muy optimista si se aplican de inmediato medidas muy puntuales, tomando en cuenta que ya existen miles de empresas micro, pequeñas y medianas que requieren habilidades emprendedoras para evitar que se sigan incorporando a las estadísticas de la altísima mortandad en el sector.
Seamos conscientes de la enorme disonancia entre las carreras anacrónicas de miles de estudiantes que siguen saltando al vacío. Hay medidas sencillas, pero no menos importantes, que debieran contemplarse. Basta con que se agudicen las habilidades crítico-pensantes, creativas y prácticas demandadas por la vorágine productiva que pide a gritos oxígeno emprendedor, capaz de proporcionar graduados con una mayor comprensión sobre cómo funciona la lógica del empleo y la productividad en las empresas u organizaciones de tan diversa factura.
Los jóvenes egresados deben ver a la micro, pequeña y mediana empresa como unas de las alternativas más deseables y dejar de desdeñarlas porque allí se concentra el gran potencial de la economía y las posibilidades de crecimiento son enormes. No hay que dejarse llevar por el espejismo de las más grandes compañías que sólo aportan menos del 20% del empleo en el país. Paradójicamente, el empleador potencial más promisorio es el sector más desprotegido e ignorado.
Las medidas seudo populistas de apoyo del Estado a los pequeños productores seguramente se detonarán, ahora que la ola del micro crédito recorre el mundo a raíz del otorgamiento del Nobel al bengalí Muhammad Yunus. Mimetismo al fi n. Si este sector de la economía es de tal peso específico, ¿no merece una Secretaría de Estado con atribuciones de alta prioridad?
Desafiar lo establecido Existe una verdad universal: si se siguen haciendo las mismas cosas vamos a obtener más de lo mismo y por eso hay que atreverse a desafiar lo establecido de manera constructiva y con propuestas maduras, en donde el mundo académico ya no tiene la exclusividad ni es responsable absoluto de las decisiones en materia educativa.
La oportunidad nos pertenece a los ciudadanos porque no existe una institución más social que la educación. ¿Seremos la sociedad civil quien tome las riendas? Yo creo que debe conformarse una gran alianza en la que los distintos actores seamos copartícipes, pero la ciudadanía debe asumir el papel que le corresponde y traspasar la barrera sicológica que nos hizo pensar por muchos años que papá gobierno o las entidades gremiales eran los rectores supremos de nuestra existencia.
Excelente artículo que deja al descubierto las falencias de la actual Educación y nos propone que esta debe orientarse hacia la Creatividad. Por lo tanto, debemos empezar a pensar de qué manera perfilaremos esta Educación, sin contar con grandes recursos de parte del Estado-nación ya que estos son pocos. Por otra parte, invita a la ciudadanía a » asumir el papel que le corresponde y traspasar la barrera sicológica que nos hizo pensar por muchos años que papá gobierno o las entidades gremiales eran los rectores supremos de nuestra existencia». El mensaje es claro ; debemos tener una Educación más… Read more »