Julio Mario Rodríguez Devis
(Doctor en Pensamiento Complejo; Consultor en Gestión de la Innovación)
Mientras serpenteo atravesando las montañas de la cordillera oriental de Colombia, rumbo al pueblo de mis antepasados, contemplo estas laderas fracturadas que forman figuras extrañas. En ellas se asientan familias de campesinos que cultivan sus parcelas, en su mayoría heredadas por sus mayores en una hibridación entre el conocimiento ancestral y el contemporáneo; entre los usos de herramientas tradicionales y las nuevas tecnologías, en una dialógica entre lo antiguo y lo nuevo. Esta visión ondulante de valles y montañas llena de color y tranquilidad no alcanza a mostrar la historia geológica de la región. Esta es la emergencia de enormes cataclismos y movimientos telúricos ocurridos hace millones de años, en las que el océano fue vencido por la irrupción de la corteza terrestre ascendente: del caos surge el orden y posibilita la vida; pero es un orden aparente en la que la dinámica terrestre genera cambios permanentes que modifican su ecosistema.
La vía (construida sobre los antiguos caminos indígenas) rompe la ladera de los cañones y valles que atraviesa, uniendo y tejiendo una red de comunicación entre los pequeños poblados que parecen colgados de sus laderas de verdes montañas, salpicando de blanco el paisaje atravesado por las corrientes de ríos caudalosos que la comarca produce. Sin embargo no todo es harmonía, pues este paisaje está salpicado por heridas producidas por la deforestación, los deslizamientos de algunas de las laderas, la quema de sus bosques, los basureros al lado del camino y los vertederos de aguas destinadas a las corrientes hídricas. La intervención humana ha modificado los sistemas naturales, creando un entorno particular en donde subsisten la inestabilidad ambiental en conjunto con la organización, a la vez programada y caótica, de los asentamientos humanos que buscan perpetuarse como entes biológicos y sociales. Para entender esta paradoja es necesario percibirla en su complejidad, entre lo eco-biológico, lo social, y lo cultural, con sus múltiples interacciones y retroacciones, con sus emergencias de lo impredecible, de los cambios, en un perpetuo diálogo y coexistencia entre lo nuevo y lo viejo.
Llegué al pueblo un día entre semana. Por sus calles empinadas y perezosas se mueven sin prisa unos pocos transeúntes, algunos automóviles y caballos de carga con productos agrícolas guiados por campesinos vestidos con sombreros, ruanas y alpargatas. Al observarlos de manera atenta es posible percibir como la comunidad ha desarrollado una serie de patrones de comportamiento que los identifica, además de valores, creencias, esperanzas, antagonismos y miedos, que los diferencian de sus vecinos; sin embargo hacen parte de un todo globalizante que va más allá de lo local para integrarse a lo regional y lo nacional. Esta cultura es una mezcla de conocimientos y tecnologías ancestrales, tradicionales y contemporáneas muy vinculadas a su ecosistema, de lo que emerge tanto una visión del mundo, como unos hábitos y unas relaciones de poder.
Este entramado de relaciones y retroacciones entre los diferentes actores sociales no es completamente estable, pues como sistema humano abierto hay incorporaciones continuas de nuevos integrantes: Transitorios o permanentes, institucionales o individuales; o habitantes que se mueven a otras regiones, produciendo una inestabilidad en las comunidades. Como sistema complejo adaptativo la población está continuamente abierta a su entorno, recibe insumos, información, normatividades que son absorbidas o rechazadas por la comunidad. En el primer caso esta es adaptada y se incorpora a su experiencia y conocimiento, aprendiendo del proceso; en el segundo se producen anticuerpos que permiten aislarlos y apartarlos.
He podido entender la realidad de esta manera gracias a los aportes al conocimiento del pensamiento complejo desarrollados por el filósofo y sociólogo Edgar Morin.
Esta mirada es el resultado personal de un proceso sistemático y continuo de estudio, análisis y reflexión, de esta nueva y enriquecedora forma de entender al mundo con la intención de actuar en él de forma responsable, inteligente y solidaria.
Uno de los aportes más relevantes del pensamiento complejo es el entendimiento de estar y vivir en un mundo globalizado. Este, fuertemente entretejido con afectaciones en todos los niveles de la actividad humana e íntimamente vinculado al ecosistema que lo sustenta. La visión sistémica y dinámica no oculta las particularidades y emergencias locales, sino que las contextualiza y las explica desde los constreñimientos que el todo hace a las partes y —las afectaciones que las partes hacen al todo—, en las que la incertidumbre y aleatoriedades son parte de la realidad cotidiana.
Esa certeza no solo nos hace responsables de nosotros mismos y otros, también nos hace solidarios con nuestros semejantes y con este mundo que habitamos. Integra, de forma compleja, el entrelazamiento de todas las especies (y de nosotros como parte de ellas), por lo que nuestra supervivencia está subsumida en la supervivencia de las otras especies del planeta; no podemos ser egoístas, debemos ser generosos y partícipes de un futuro colectivo incierto.
Morin nos recuerda que para comprender esta realidad compleja debemos trascender el conocimiento unidisciplinar, superando nuestra ceguera del conocimiento. Propone también un trabajo transdisciplinar, en donde las miradas se metamorfosean en una nueva aproximación que no es predecible, ni completa y ni terminada. Las disciplinas se integran y complejizan, contribuyendo a su conocimiento especializado.
Estos aportes son, en estos tiempos de incertidumbre y crisis, fundamentales para la supervivencia de las especies, para generar el bienestar de la humanidad, rompiendo las cadenas del egoísmo y propiciando una solidaridad planetaria.
Con estas notas me uno al homenaje del gran pensador y transformador Edgar Morin, en la conmemoración a sus 100 años de vida, productiva intelectualmente, siendo él un ejemplo de sencillez, sensibilidad y grandeza como persona humana planetaria.
Qué aporte tan maravilloso cuando nos das una descripción del pensamiento complejo a través de las sensaciones de tus sentidos y las percepciones de una mente inquieta que contempla las realidades de la vida rural y el cómo se entremezclan lo tradicional y las nuevas tecnologías que se acomodan en el diario vivir de nuestras comunidades. Entendiendo y transmitiendo el impacto que trae el conocimiento del uso del conocimiento moderno junto con sus grandes posibilidades hacia el cambio.
Un importante aporte fundamentado en la teoría de la complejidad de Edgar Morin, quien con su teoría explicar la realidad del mundo y el conjunto de acciones y retroacciones que en el ocurren.