Dr. Israel Sandre Osorio
Conocí parte de la obra de Edgar Morin, cuando cursé los estudios de licenciatura en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), durante el curso Teoría Sociológica I, revisamos el texto Sociología, 1995; años más tarde, cursando la maestría, volvía a rencontrarme con la obra de Morin, Los siete saberes para la educación, 2001; La vía para el futuro de la humanidad, 2011; e Introducción al pensamiento complejo, 1990; con los años continuos de mi formación académica, tuve la oportunidad de revisar alguno otros textos de Morin. Sin embargo, fue hasta el curso de los estudios de doctorado, ya interesado en los temas ambientales, y mi posterior ingreso a la Multiversidad, que me adentré de manera más completa a la obra de Morin, principalmente en sus reflexiones y aportes al tema medio ambiental.
En ese contexto, en el marco de la conmemoración, durante este año, de los 100 años de vida de Morin, quisiera dedicar estas líneas para repasar sobre sus aportes al tema ambiental, sobre todo en un contexto donde la gravedad de los problemas ambientales ha colocado al ser humano frente a una emergencia ambiental a escala planetaria, consecuencia de su accionar y de las concepciones cientificistas que han marcado la separación hombre-naturaleza; sirvan, entonces, estas líneas como modesto homenaje a los aportes de Morin al tema ambiental.
A decir de Morin, el objetivo de la complejidad es concientizar acerca de las relaciones que han sido disueltas a través de la separación entre disciplinas, entre categorías cognitivas y entre tipos de conocimiento; la propuesta es pensar la multidimensionalidad para poder reflexionar y entender la realidad de una manera menos mutilante, lo cual se traduce en aceptar y tratar de aprender la multiplicidad de relaciones que se generan entre los procesos materiales y no, como se ha venido realizando tradicionalmente, en el estudio de los objetos, de manera aislada.
Esta propuesta del pensamiento complejo articula y vincula lo que está fragmentado, a través de una reorganización teórica, para ello Morin (1994) propone un paradigma de la complejidad basado en tres principios que pueden ayudar a pensar la complejidad como totalidad:
1. Principio dialógico: permite mantener la dualidad en el seno de la unidad. Une dualidades que son antagónicas, pero que al mismo tiempo se complementan. Es decir, integran procesos aparentemente contrarios pero que se complementan en la acción.
2. Principio recursivo: los productos y los efectos son al mismo tiempo causas y productores de aquello que lo produce. Rompe con la linealidad causa efecto, y conduce a la autoorganización cíclica.
3. Principio hologramático: las partes forman el todo y el todo está en las partes. No es reduccionista, ni holístico; es al mismo tiempo reduccionista y holístico. El todo es más que la unión de las partes. De la integración de las partes surgen cualidades especiales (propiedades emergentes). Integra y al integrar complejiza, no hay unidad básica de organización, existen entidades difusas complejas que no se pueden aislar.
Este pensamiento estará entrelazado con una preocupación central en el pensamiento de Morin, lo ambiental. En este, sentido en el tema ambiental, se busca romper con el viejo esquema dualista que ha separado la sociedad y la naturaleza y concebir una nueva relación, en la cual la integración desde una perspectiva armónica, resignifique, por un lado, el valor y el respeto a toda forma de vida y ubique al ser humano como una especie más de la naturaleza, dejando de lado la dualidad enajenante que se ha construido históricamente entre el ser humano y la naturaleza.
Así el problema ecológico tiene que ver no sólo con las relaciones que establecen los seres humanos con la naturaleza, sino entre ellos mismos. Los problemas ambientales rebasan las preocupaciones locales para convertirse en problemas planetarios y por ello se hace necesario pensar no sólo con relación a las problemáticas: contaminación, capa de ozono, lluvia ácida, etcétera, sino a los “tesoros biológicos, ecológicos y culturales que hay que salvaguardar: la selva amazónica, la diversidad de animales y vegetales o las diversas culturas, fruto de experiencias multimilenarias que, lo sabemos hoy, son inseparables de la diversidad ecológica” (Morin, 1996).
Es necesario despojarnos de la concepción de la naturaleza como un recurso a ser dominado y consumido por los seres humanos, que se presentan, así como elementos separados de aquella.
En sus palabras, Morin: señala que debemos abandonar la visión de un hombre dueño y poseedor de la naturaleza, no sólo porque ha conducido a violencias destructoras y daños irreparables sobre la complejidad viviente, sino también porque estas violencias y daños retroactúan de manera perjudicial y violenta sobre la esfera humana misma. El mito bárbaro de la conquista de la naturaleza, lejos de humanizar la naturaleza, la instrumentaliza y degrada a su degradador” (2002, p. 495).
Dentro de su propuesta Morin, pone atención a: El holismo, la necesidad de considerar el vínculo existente entre el organismo (objeto) y su medio ambiente, ya que esta relación no puede ser entendida sin tener en cuenta el ambiente y sus relaciones (Morin, 2004). Entender una entidad sólo es posible si se la sitúa en su ambiente y se comprenden las relaciones entre ésta y el medio que la rodea.
Interdisciplinariedad, ante esta separación, en la cual la complejidad de lo humano se simplifica a través de la fragmentación disciplinar, Morin, propone la interdisciplinariedad como una aproximación metodológica para superar el paradigma simplificador y rescata a la ecología, como modelo interdisciplinario: …la ecología constituye “una ciencia de nuevo tipo” que, contrariamente al dogma de la hiperespecialización que ha regido el desarrollo de las disciplinas científicas, exige un saber global competente en diferentes dominios. El pensamiento ecologizado posee un “aspecto paradigmático”, pues rompe con el paradigma de simplificación y disyunción y requiere un paradigma complejo de la auto-eco-organización (Morin 1996, p. 1). En este sentido, dentro de la ecología convergerán diferentes disciplinas, que funden una nueva forma de conocimiento acorde al pensamiento complejo.
Y por último, Morin, sostiene un principio de incertidumbre que rechaza la concepción clásica de leyes deterministas que rigen el Universo, planteada desde las ciencias naturales. En este sentido, para Morin todo fenómeno tiene tanto aspectos aleatorios como deterministas y por ello el aumento de la complejidad implicaría un aumento tanto en el orden y en la organización como en el desorden.
Hoy es necesario reconocer que la crisis ambiental es una crisis de civilización. Es la crisis de un modelo económico, tecnológico y cultural que ha depredado a la naturaleza y negado las voces de las culturas alternas y que la crisis ambiental se presenta como resultado de las pretensiones cientificistas de unidad, de universalidad, de generalidad y de totalidad.
Y en la búsqueda de soluciones, pasa necesariamente por el desplazamiento del ser humano desde el rol de “amo y señor” de la naturaleza al de parte de la misma y dejar de colocar al ser humano en la cúspide del proceso evolutivo en la tierra y aprender a vernos y sentirnos como parte de la inmensa complejidad que es el planeta tierra.
Sean estos breves bosquejos del tema ambiental en la obra de Morin, incompletos y abigarrados, un modesto reconocimiento por sus próximos 100 años de vida.
Bibliografía
Morin, E. (1994), Introducción al pensamiento complejo. Barcelona: Gedisa.
Morin, E. (1995). Sociología, Madrid. Tecnos.
Morin, E. (1996). El pensamiento ecologizado. Gazeta de antropología 12:01
Morin, E. (1999). Los Siete Saberes necesarios para la Educación del Futuro. París. UNESCO.
Morin, E. (2002), El Método. La vida de la vida. Madrid: Ediciones Cátedra.
Morin, E. (2004), Epistemología de la complejidad, Gazeta de Antropología, 20. Disponible en: http://hdl.handle.net/10481/7253. Acceso en: 10 Abr. 2015. Morin, E. (2004b), Introducción al pensamiento complejo. México D.F.: Gedisa.
Morin, E. (2011). La vía para el futuro de la humanidad, México. Paidós.
Morin, E. (2001). Los Siete saberes necesarios para la educación del futuro. Buenos Aires. Nueva Visión.